Ana María Matute
Había un niño que no
sabía jugar. La madre le miraba desde la ventana ir y venir por los caminillos
de tierra con las manos quietas, como caídas a los dos lados del cuerpo. Al
niño, los juguetes de colores chillones, la pelota, tan redonda, y los
camiones, con sus ruedecillas, no le gustaban. Los miraba, los tocaba, y luego
se iba al jardín, a la tierra sin techo, con sus manitas, pálidas y no muy
limpias, pendientes junto al cuerpo como dos extrañas campanillas mudas. La
madre miraba inquieta al niño, que iba y venía con una sombra entre los ojos.
«Si al niño le gustara jugar yo no tendría frío mirándole ir y venir». Pero el
padre decía, con alegría: «No sabe jugar, no es un niño corriente. Es un niño
que piensa».
Un día la madre se
abrigó y siguió al niño, bajo la lluvia, escondiéndose entre los árboles.
Cuando el niño llegó al borde del estanque, se agachó, buscó grillitos,
gusanos, crías de rana y lombrices. Iba metiéndolos en una caja. Luego, se
sentó en el suelo, y uno a uno los sacaba. Con sus uñitas sucias, casi negras,
hacía un leve ruidito, ¡crac!, y les segaba la cabeza.
Polvo de carbón
Ana María Matute
La niña de la carbonería tenia polvo negro en la frente, en las manos
y dentro de la boca. Sacaba la lengua al trozo de espejo que colgó en el
pestillo de la ventana, se miraba el paladar, y le parecía una capillita
ahumada. La niña de la carbonería abría el grifo que siempre tintineaba, aunque
estuviera cerrado, con un perlita tenue. El agua salía fuerte, como chascada en
mil cristales contra la pila de piedra. La niña de la carbonería abría el grifo
de agua los días que entraba el sol, para que el agua brillara, para que el
agua se triplicase en la piedra y en el trocito de espejo. Una noche, la niña
de la carbonería despertó porque oyó a la luna rozando la ventana. Saltó
precipitadamente del colchón y fue a la pila donde a menudo se reflejaban las
cras negras de los carboneros. Todo el cielo y toda la tierra estaban llenos,
embadurnados del polvo negro que se filtra por debajo de las puertas, por los
resquicios de las ventanas, mata a los pájaros y entra en las bocas tontas que
se abren como capillitas ahumadas. La niña de la carbonería miró a la luna con
gran envidia. <<Si yo pudiera meter las manos en la luna>>, pensó.
<<Si yo pudiera lavarme la cara con la luna , y los dientes y los
ojos>>. La niña abrió el grifo y, a medida que el agua subía, la luna
bajaba, bajaba, hasta chapuzarse dentro. Entonces la niña la imitó. Estrechamente
abrazada a la luna, la madrugada vio a la niña en el fondo de la tina.
Mar
Ana María Matute
Pobre niño. Tenía las orejas muy grandes, y cuando se ponía de
espaldas a la ventana, se volvían encarnadas. Pobre niño, estaba doblando,
amarillo. Vino el hombre que curaba, detrás de sus gafas. <<El
mar-dijo----; el mar, el mar>>.
Todo el mundo empezó a hacer maletas y hablar del mar. Tenían una prisa muy grande. El niño se figuró que el mar era como
estar dentro de una caracola grandísima, llena de rumores, cánticos, voces que
gritaban muy lejos, con un largo eco.
Creía que el mara era alto y verde.
Pero
cuando llegó al mar se quedó pared. Su piel, ¡qué extraña era
allí!---Madre---dijo, porque sentía vergüenza---, quiero ver hasta dónde me
llega el mar.
Él,
que creyó al mar alto y verde, lo veía blanco, como el borde de la cerveza, cosquilleándole, frío, la
punta de los pies.
---¡Voy
a ver hasta donde me llega el mar!---Y anduvo, anduvo, anduvo. El mar, ¡qué
cosa rara!, crecía , se volvía azul, violeta. Le llegó a las roillas. Luego, a la cintura, al pecho, a los
labios, a los ojos. Entonces, le entró en las orejas el eco largo, las voces
que llaman lejos. Y en los ojos,
todo el color. ¡Ah, si, por fin,
el mar era verdad! Era una grade,
inmensa caracola. El mar, verdaderamente,
era alto y verde.
Pero
los de la orilla no entendían nada de nada. Encima, se ponían a llorar a
gritos, y decía: <<!Que desgracia! ¡Señor que gran desgracia!>>.
Preguntas para seguir la comprensión. Prepárate las siguientes preguntas para participar
en una charla.
1.
Según las lecturas, ¿Qué significa exactamente la tontería? Usa ejemplos concretos de las fuentes para corroborar tus conclusiones.
2.
¿Crees que los padres tiene un papel en como sus
hijos terminaron en los cuentos? Explica.
3.
Comenta sobre el ambiente de las fuentes. ¿Cómo te imaginas donde se localizan
los personajes? ¿Cuál información se puede inferir de las referencias a la
naturaleza?
4.
Propón otro titulo de los cuentos y explica tus
razones con una lógica muy clara basada en lo que sucede en la trama.
5.
¿Puedes relacionarte con cualquier aspecto de los
cuentos? Explica.
6.
Comparar y contrasta la niña de Polvo de Carbón con
la niña de Nina Perversa. ¿Cómo se
comparan? ¿Cómo se diferencian?
Explica tus conclusiones.
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